martes, abril 01, 2008

En Agra con la quinta maravilla

El 15 de marzo bien temprano salimos en tren hacia Agra. Con el objetivo de seguir mejorando la calidad del viaje por India, y aprovechando que era un viaje corto, sacamos un tipo de asientos mejor (los anteriores habían sido SL, que sería la más baja de las categorías con camas para dormir y asientos reservados) y resultó muy bueno, con asientos individuales en grupos de a 3, parecido a los aviones y aire acondicionado. Llegamos a Agra bien temprano y sin saber si teníamos hotel o no, porque le habíamos pedido al manager del hotel de Jaipur que nos consiguiera uno pero nunca nos llego a confirmar, salimos de la estación junto con unos turistas Ukranianos que viajaron con nosotros, y cuando estábamos a punto de tomar una Rickshaw a algún hotel cualquiera, se acercó un chofer que resultó ser enviado por gente del hotel que finalmente nos habian reservado. Nos llevó al hotel elegido y después de dejar las cosas decidimos contratar, a través del hotel, una especie de tour con ese chofer, durante los dos días (muy mala decisión porque el tipo resultó un pesado, entre otras cosas...).

Enseguida salimos a almorzar, y después rumbo al Agra Fort. Los problemas con el chofer (siempre iba acompañado con un pibe de unos 14 años) empezaron cuando después de almorzar dejó manejar al pibe (que tenía que hacerlo de costado para que entren los dos en el asiento). En el camino hacia el Agra Fort se llevó puesto un perro, pero llegamos.

El predio del fuerte es mas grande de lo que imaginabamos, pero no muy distinto a los que vimos anteriormente. Se puede decir que lo más destacable es que pudimos tener las primeras vistas desde lejos del Taj Mahal.

Después del fuerte y una pequeña discusión con el chofer porque nos quedamos un poco más de tiempo del que él había planeado, nos llevó al llamado Baby Taj: un mausoleo en medio de un parque muy bien mantenido, con una estructura muy interesante y pequeños edificios a modo de mesquitas en los cuatro costados. Lo mejor de este lugar es que no había demasiada gente y se podía disfrutar del parque, así que nos quedamos un rato largo descansando. De paso, hacíamos tiempo porque el chofer ya había insistido varias veces con llevarnos a un mercado antes de ir a ver el atardecer en la parte de atrás del Taj Mahal.


Cuando salimos otra vez el tipo tiró la bronca por el horario de nuevo, pero después de dejarle en claro que no queríamos que rompa más, nos dejó en paz ... por un tiempo.
Para cerrar el tour diario nos llevaron a la parte de atrás del Taj, donde pudimos bajar hasta el río que pasa por detrás (casi totalmente seco), y quedarnos largo rato admirando esa maravilla. Nos quedamos un poco desilucionados porque esperábamos ver los cambios de colores que se dice que se pueden ver al atardecer, pero la verdad que no pudimos ver nada de eso. Igualmente el primer encuentro con el Taj estuvo buenísimo.

De ahí fuimos a cenar a un restaurant elegido por nosotros (después de discutir el lugar con el chofer y su sobrino, que para colmo estába aprendiendo ingles, así que no le entendíamos nada!), y de vuelta al hotel para descansar y levantarnos temprano para ver el amanecer sobre el Taj.
Otras perlitas de nuestra relación con el chofer y su sobrino fueron que él estaba todo el tiempo mascando unas semillas que comen muchos Hindúes, que las tienen en la boca, te hablan con eso y muestran sus dientes todos rojos por mascar esa porquería, y después de un tiempo escupen todo en el medio de la calle. Cuando llegamos a India nos había llamado la atención que había una especie de vómito por la calle, en todas partes. Resultó ser esa cosa.

El segundo día nos levantamos bien temprano y a las 6 nos pasó a buscar el sobrino del fercho (el vago se quedó durmiendo y mandó sólo al pibe). Llegamos al Taj vivos, pagamos la abultada entrada (20 dólares por persona, más del doble que en la mayoría de los otros lugares) y entramos.

El Taj es impresionante. Realmente justifica una visita a Agra (una ciudad de mierda, con gente insoportablemente pesada con los turistas). La historia del Taj Mahal dice que uno de los gobernadores durante el imperio Mughal lo mandó construir para honrar y enterrar a su mujer más amada (tenía más de 10 esposas y un aren), luego de la muerte de esta al dar a luz a su decime cuarto hijo. Se tardaron más de 30 años en construirlo y trabajaron unas 20000 personas. El tipo no tuvo demasiada suerte, ya que antes de que se termine la construcción, uno de los hijos se sublevó, le bloqueo la salida del fuerte (vivía en el fuerte de Agra) y le cerró el suministro de agua. No le quedó otra que rendirse, y el hijo lo encerró en lo alto del fuerte, desde donde pudo ver como se terminaba el Taj. Al morir, lo enterraron junto a su esposa y ambos yacen ahí hasta el día de hoy.

Volvimos al hotel, esta vez con el chofer y sin su sobrino. Al momento de arreglar el horario para llevarnos a la estacion de tren, que estaba incluido en el precio que habiamos arreglado, nos dijo que le quedaba muy lejos de la casa y que el trabajaba en otra estacion de tren, asique no nos iba a llevar. Por suerte no hubo que discutir demasiado porque el dueño del hotel nos dijo que no nos hicieramos problema, que el nos arreglaba el traslado, sin costo, por supuesto.
Lo gracioso e increible fue que despues decirnos que basicamente no cumplia con su parte del trato en llevarnos a la estacion, nos ofrecio si queriamos hacer algo mas con el, si nos podia llevar a algun otro lugar esa tarde. Sin palabras !!!

A la noche, salimos para Varanasi.

No hay comentarios.: