Los trenes en general son bastante pasables, aunque no llegan al nivel de Egipto. Además, como en todas partes, está atestado de gente, se te sientan al lado (no importaba que ya estabamos sentados las 3 personas con asientos numerados, siempre se sentaban uno o dos más, sin asiento...) y muchos deambulan por los vagones sin rumbo, al parecer.
El hostel que teníamos reservado quedaba cerca de la estación, por lo que decidimos buscarlo caminando. Estuvimos más de media hora buscando sin éxito, empezamos a preguntar (siempre tratamos de no preguntar de una, porque hay mucha gente poco confiable que trata de sacar ventaja-plata del turista). Las indicaciones fueron bastante vagas, pero finalmente pudimos encontrar el hostel, desembarcamos y pedimos una comida Hindú (Thali). Optamos por cenar en la habitación, porque la supuesta terraza del hostel dejaba muchísimo que desear. Nuestro primer encuentro con comida 100% Hindú fue bueno y no tuvo consecuencias para nuestra salud, por suerte.
Paseamos un rato por el la zona (el calor se empezó a sentir, más de 32 grados), pasamos por el Palacio de los vientos (no entramos porque justo en la entrada un turista nos dijo que no valía la pena) y nos fuimos para el Palacio de la ciudad, un complejo que incluye museos y un observatorio. Lo primero que hicimos en el area fue ir al observatorio (Jantar Mantar), del siglo 18. Con la ayuda de un guía comprendimos como se calculaba la hora con una precisión de 2 segundos, se interpretaban los augurios por el nacimiento de un niño de acuerdo al momento exacto del nacimiento (año, mes, día y hora), etc.
Después del observatorio nos cruzamos al Palacio, con un hall principal interesante, con ciudadores Hindues vestidos con ropas típicas, que intentaban sacar unas rupias posando para las fotos. Uno se me acercó a charlar y cuando le dije que era Argentino intentó cambiarme un billete de 2 pesos!!!
Para cerrar la visita, almorzamos comida Hindú en el restaurant del palacio, donde un pibe bailó música Hindú tocada por el padre con un instrumento muy extraño, durante toooooda la comida (espectaculo bastante decadente...). A la tardecita fuimos a caminar por el mercado, y vimos todo tipo de cosas que no dejan de sorprender, como el vendedor de hielo que se ve en la foto.
Finalmente, sacamos pasajes para Ajmer al día siguiente, para ir hasta Pushkar. También sacamos la vuelta hacia Jaipur y el pasaje desde Jaipur hasta Agra. En la mañana del tercer día salimos en tren hacia Ajmer, con objetivo final Pushkar.
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